En un país que busca constantemente líderes con propósito, el nombre de Luz María Arteaga de Guerrero destaca por su incansable compromiso con la ciencia, la educación y la familia. Su labor ha dejado una huella profunda en la industria de la hospitalidad en México, consolidándola como una de las figuras más influyentes en la formación de profesionales de alto nivel.
Como rectora emérita y fundadora de CESSA Universidad, ha logrado posicionar a México como un referente global en la enseñanza de hotelería y gastronomía. Desde 1976, su visión educativa ha inspirado a generaciones de jóvenes a enfrentar con preparación y ética los desafíos de un mundo en constante evolución.
Pero su impacto va más allá de las aulas. A través del programa “Impulso”, Luz María ha demostrado que la educación también puede ser una herramienta poderosa de bienestar social. Este programa, que ofrece capacitación gratuita en el manejo higiénico de los alimentos.
Así lo comparte en la obra “Cien voces: hábitos, experiencias y consejos de héroes que toman la palabra”, del emprendedor social David Samra. En la entrevista incluida en el libro, Luz María reflexiona sobre la filantropía, las inversiones y los pilares de un buen negocio. Su respuesta es clara: la mejor inversión de su vida ha sido cuidar a su familia.
Con una mirada integral sobre la formación profesional, ha impulsado carreras innovadoras como Hotelería, Gastronomía y Ciencias de los Alimentos, así como Administración de Restaurantes con énfasis en nutrición y salud. Para ella, cocinar no solo es una técnica: es ciencia, conciencia y responsabilidad hacia el bienestar de los demás.
Uno de los momentos decisivos en su trayectoria fue el consejo de su mentor, el Dr. Guillermo Soberón, quien la introdujo en el mundo de la investigación científica. Él le dijo una frase que marcaría su destino: “Tienes la capacidad para hacer muchas cosas”. Y ella lo creyó.
Hoy, después de casi cinco décadas de servicio, Luz María Arteaga de Guerrero sigue guiando con honestidad, amor y claridad de propósito. Como bien dice ella misma:
“Tengo que ser muy honesta en lo que hago, que es educar, preparar para el trabajo a los cientos de jóvenes... y creo que ya son miles los jóvenes en cuarenta y ocho años”.
Su legado no solo se mide en títulos y logros, sino en vidas transformadas, en jóvenes que encontraron un camino, y en una industria que hoy tiene más conciencia y corazón gracias a su ejemplo.
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